El panda rojo es un animal fascinante que parece sacado de un cuento de la naturaleza. Aunque su nombre puede confundirnos, no está emparentado ni con los mapaches, ni con los gatos, ni siquiera con el panda gigante. Este curioso mamífero es el último representante de su familia y vive en los bosques de montaña, donde su pelaje rojizo le ayuda a camuflarse entre las ramas cubiertas de musgo. Antes de comenzar su día realiza un curioso ritual de aseo: lame sus patas delanteras y se frota la espalda contra los árboles, como si estuviera preparándose para una gran aventura.
A pesar de ser un animal carnívoro su dieta se compone casi completamente de bambú. Necesita comer entre un 20 y 30% de su peso corporal cada día, aunque solo puede aprovechar una pequeña parte de los nutrientes, por lo que pasa la mayor parte de su tiempo durmiendo y comiendo. Tiene un truco especial: un «falso pulgar» que le ayuda a trepar árboles y partir tallos de bambú con gran habilidad. Si se siente amenazado puede ponerse de pie sobre sus patas traseras para parecer más grande y defenderse con sus afiladas garras.
Lamentablemente, los pandas rojos están en peligro de extinción. Se calcula que solo quedan unos 10.000 individuos en estado salvaje. Sus principales amenazas son la pérdida de su hábitat, la caza furtiva y el cambio climático. Viven en bosques de montaña entre 1.800 y 4.800 metros de altitud, con temperaturas entre 10 y 25 grados centígrados. Son animales nocturnos que prefieren la soledad y pueden hibernar cuando hace mucho frío, reduciendo su metabolismo para conservar energía. Un dato curioso: son tan sensibles al calor que no soportan temperaturas superiores a 25 grados y pasan el mediodía descansando en las partes más altas y sombrías de los árboles. (National Geographic | Wikipedia)
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